Hoy es la sede de la fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen, única en Europa. Es uno de los lugares de mayor valor histórico y artístico de Frigiliana. Popularmente se le conoce como “el Ingenio”. Parte de la maquinaria de 1909 usada para la fabricación de la miel es utilizada aún hoy en día, como uno de los juegos de calderas alimentadas por madera.
Actualmente en la planta baja se aprovechan los espacios interiores para distribuir las necesidades de la producción de la miel de caña. En otros tiempos sus usos fueron distintos, así, la sala a la derecha de la entrada principal, que hoy es almacén, fue antes capilla, en la que, con autorización del papa Clemente X, se dio misa desde 1662.
En la segunda planta, a la que se accede por una amplia escalera, se encuentran varios grandes salones, destinados en principio a las áreas privadas de los condes.
Al fondo, tras estas salas, se localiza una antigua almazara que permanece completa, con su maquinaria, prensa, piletas, etc. Sobresalen en el perfil del edificio las dos chimeneas que corresponden con estos espacios.
Muy posiblemente, con anterioridad al siglo XIX, momento de esplendor de la producción de miel de caña, el Ingenio sufrió una ampliación en sus instalaciones, correspondiendo esta con una prolongación del sector izquierdo de la fachada con un sector rectangular. En 1725 el Conde pide permiso para la tala de árboles con el fin de acometer esta ampliación. De lo que no hay ninguna duda es que en 1729 el Ingenio estaba operativo.
Llama la atención en la fachada del Ingenio la decoración de la misma a través de pinturas y esgrafiados con motivos geométricos. Esta decoración está organizada en bandas, donde se diferencian rombos y rectángulos en tonos tierra y azul. También quedan en la misma dos hornacinas que albergaron en su día las esculturas de la Virgen del Carmen y San Raimundo, además de al menos dos relojes solares.
Siglos atrás el ingenio funcionó con la fuerza que aportaba el salto de agua que provenía desde el cerro de Lízar a través de acequias, pasando antes por tres molinos, las llamadas “maquinillas”, que se encuentran en la ladera del cerro y que se dedicaban a la molienda de la caña.